A Cristo se conoce mediante la Sagrada Escritura, que ha sido revelada al hombre para que conozca a Dios e inicie una relación. Dios y hombre, se relacionan ante la máxima revelación que se da en Jesucristo: “El que me ve a mí ve al Padre” (Jn 14, 9) La Sagrada Escritura contiene y es Palabra de Dios, de acuerdo con la constitución Dogmática afirmación de Dei Verbum, por consiguiente, la conexión entre catequesis y Sagrada Escritura es normal y connatural al ser y a la finalidad de la catequesis. El objetivo de la catequesis es comunicar la experiencia de Cristo y su enseñanza. Se enseña a Cristo el Verbo Encarnado, El Hijo de Dios y todo lo demás en referencia a Él mismo, como nos lo aclara la Catechesi Tradendae (n. 6) de San Juan Pablo II.
Esta enseñanza de Cristo se lleva a cabo a través del Evangelio que indica lo que Jesús hizo y enseñó. Efectivamente, los Evangelios lo señalan claramente, este es el testimonio que Jesús da de sí mismo: “Todos los días me sentaba en el templo a enseñar” Mt 26,55; ¡ Y se asombraban de sus enseñanzas! pues lo hacía como quien tiene autoridad. El objetivo de introducir la Escritura en la Catequesis es que se cumpla este deseo de Jesús. El catequista tiene la misión de acercar a los niños, jóvenes y adultos a Jesús para que Él los pueda abrazar, puedan saborear el amor de Jesús por ellos.
El uso frecuente de la Biblia en catequesis es por lo tanto absolutamente necesario. Pero, ¿cuál es el camino o método que debe seguir el catequista y el catequizado para ver la Sagrada Escritura con fruto y seguridad? Podemos responder: la Sagrada Escritura tiene que ser el fundamento de la vida espiritual del cristiano y eso significa que antes que recurso catequético, la Sagrada Escritura es, manantial, fuente y alimento de la vida espiritual del catequista. El Catequista ha de ser consciente que el mensaje que comunica, no es suyo y que para transmitirlo con fidelidad, hay que comprenderlo en profundidad, de ahí su referencia constante a la Sagrada Escritura.
En conclusión, la catequesis arraigada en una interpretación fundamentada en la Biblia y en la tradición viva de la Iglesia, le ayudará al catequista y su interlocutor, durante toda su vida. De este modo, la relación biblia-catequesis es imprescindible, necesaria, dinámica y enriquecedora. En efecto, la catequesis nace de la Sagrada Escritura como expresión del Evangelio de Jesucristo y a la vez, enriquece la lectura de la Sagrada Escritura actualizándose a la luz de la tradición viva de la Iglesia en la enseñanza de la experiencia
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