María, el camino seguro para llegar a Jesús
- Alejandra Sandoval Crespo
- 29 mar
- 2 Min. de lectura

En un mundo donde las distracciones y preocupaciones parecen opacar nuestra fe, la Consagración a María emerge como un faro de esperanza y entrega. No es un simple acto simbólico, sino un compromiso profundo de amor y confianza en la Madre de Dios, quien nos guía con ternura hacia su Hijo Jesucristo.
San Luis de Montfort nos dejó una herencia espiritual invaluable con su método de 33 días de preparación para la Consagración Mariana, una práctica que, lejos de ser una devoción más, es un itinerario de transformación interior. Su enseñanza no pretende desplazar a Jesús, sino todo lo contrario: profundizar en el misterio de su amor a través de María, su más fiel discípula. Como dijo San Maximiliano Kolbe, “Nunca podrás amarla más de lo que Jesús la amó”.
Es conmovedor ver cómo esta devoción ha conquistado el corazón de hombres y mujeres en Tampico y en todo el mundo. La maternidad espiritual de María nos recuerda que no estamos solos en nuestro caminar de fe. En las palabras de Cristo en la cruz: "Ahí tienes a tu madre" (Jn 19, 27), encontramos la invitación a acogerla en nuestra vida, no como una figura distante, sino como una Madre real, que intercede y nos conduce hacia la plenitud del amor de Dios.
Las fechas de consagración a lo largo del año nos permiten elegir un momento especial para este acto de entrega, en sintonía con las grandes festividades marianas. Sin embargo, más allá del calendario, lo importante es la disposición del corazón. Fidelidad, acogida, imitación, humildad, sabiduría y libertad: estas son las virtudes que florecen en quienes se consagran a María.
Entonces, ¿por qué no ir directamente a Jesús? Porque Él mismo nos dio a su Madre. Y, como buen hijo, sabe que nadie nos puede guiar mejor a su corazón que aquella que lo llevó en su seno y lo acompañó hasta la cruz. Consagrarse a María es elegir el camino seguro hacia Cristo, de la mano de quien más lo amó en la tierra.
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