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En una emotiva ceremonia celebrada el día de la Asunción de la Virgen María, Monseñor José Armando Álvarez Cano, obispo de Tampico, presidió la Eucaristía de Ordenación Presbiteral en la Santa Iglesia Catedral de la Inmaculada Concepción. Durante la homilía, Monseñor Álvarez Cano subrayó la conexión entre la solemnidad mariana y la misión sacerdotal, destacando la profunda fe y dedicación de la Virgen María como ejemplo a seguir.
Con la celebración de la Asunción, un dogma que el obispo describió como "el punto de llegada de todas las bendiciones que Dios le concedió a nuestra Madre". El obispo destacó que la Asunción de María representa una gracia especial, una certeza para la Iglesia de que María fue llevada al cielo en cuerpo y alma. "Es motivo para nosotros de esperanza y de fe en este valle de lágrimas que tenemos en esta vida", añadió.
Monseñor Álvarez Cano también hizo hincapié en que la vida consagrada no se realiza en aislamiento, sino en el servicio a los demás, siguiendo el ejemplo de María en su visita a Isabel. "Nosotros no podemos consagrarnos a Dios para estar en una bola de cristal", afirmó. En lugar de eso, "nos consagramos a Dios para servir a los demás. Este es el signo de la vida cristiana".
Dirigiéndose a los nuevos sacerdotes, el obispo exhortó: "Querido Juan Carlos, querido Isaac, la entrega de nuestra Madre será su ejemplo siempre, de disposición, su amor en el servicio a los demás será el camino también de su vida sacerdotal".
Concluyó pidiendo por todos los sacerdotes, y especialmente por los recién ordenados, para que "el Espíritu Santo los llene de su luz, que Jesús sea siempre su fortaleza, y que estén siempre bajo el amparo de nuestra Madre Santísima".
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