San Pío de Pietrelcina, uno de los grandes santos del siglo XX, fue un sacerdote de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, nacido en Pietrelcina, Italia, el 25 de mayo de 1887. Su nombre de nacimiento era Francesco Forgione, y desde pequeño mostró una profunda inclinación por la vida religiosa. A los 15 años ingresó como novicio en el convento de Morcone, donde su salud frágil no impidió su progreso espiritual.
Ordenado sacerdote en 1910, su vida se transformó por completo cuando recibió los estigmas de Cristo, heridas que llevó con dolor durante 50 años y que le valieron tanto la admiración de los fieles como la crítica de algunos sectores. A lo largo de su vida, el Padre Pío manifestó dones extraordinarios como la bilocación, la lectura de conciencias y la capacidad de realizar curaciones a través de la oración, lo que lo convirtió en una figura venerada en todo el mundo.
En 1968, el Padre Pío celebró 50 años de portar los estigmas y falleció pocos días después, el 23 de septiembre. Su funeral reunió a más de 100 mil personas. En 2002, el Papa Juan Pablo II lo canonizó, reconociendo su vida llena de virtudes y milagros.
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